DOS PIERNAS PARA FÉLIX: LA HISTORIA DE VIDA QUE MOVILIZA AL HOSPITAL “MI PUEBLO” DE VARELA Y A LA UNSAM
(Desde la UNSAM: por Gaspar Grieco, Pablo Carrera Oser y Agustina de Castro Horisberger)
Estudiantes de la Licenciatura en Órtesis y Prótesis del Instituto de Ciencias de la Rehabilitación y el Movimiento diseñaron y entregaron tres prótesis gratuitas a un nene de ocho años que nació sin ambas piernas y sin uno de sus brazos.
El Hospital Mi Pueblo de Florencio Varela inicia la jornada del miércoles 9 de octubre con total normalidad: el ida y vuelta de pacientes de todas las edades, el traqueteo del personal administrativo gestionando turnos y sobreturnos, las corridas de médicos y enfermeros acompañando la intensidad de cualquier hospital público de la provincia de Buenos Aires. Como si todo eso fuera poco, en una salita del edificio, un equipo de profesionales de la salud prepara el comienzo de un día histórico.
Rosana Pagano y su equipo del Área de Servicios de Kinesiología y Rehabilitación esperan entre alegres y nerviosos a sus pacientes amputados, quienes probarán sus prótesis terminadas y volverán a sus casas ya equipados con sus nuevas piernas y brazos. Los acompañan en la espera siete estudiantes de la Licenciatura en Ortesis y Prótesis del Instituto de Ciencias de la Rehabilitación y el Movimiento (ICRM) de la UNSAM, que diseñaron y fabricaron las prótesis.
Alrededor de las 10 de la mañana, los pacientes empiezan a llegar en sus sillas de ruedas acompañados de sus familiares. Entre ellos, Félix Joel, un nene de 8 años que nació sin piernas y sin su brazo derecho, y que, junto a su mamá y su camiseta de Defensa y Justicia, luce tranquilo. Los estudiantes de la UNSAM empiezan a probarle su nuevo brazo y le acondicionan sus nuevas piernas.
“Es muy lindo tener mi brazo y que podamos llegar a esto”, dice Félix, y cuenta su rutina diaria: “Voy a la Escuela N.º 44 Juana Paula Manso, estoy en tercer grado y practico taekwondo, bochas y tenis de mesa”.
A su lado, su mamá, Sonia Ortiz, y Teresa Sánchez, la coordinadora del centro terapéutico al que asiste, se abrazan entre risas y lágrimas. “Estoy muy contenta, es como que siento todos los sentimientos juntos, porque no pensamos que llegaríamos a esto. Es muy lindo verlo a él con su prótesis y saber que cada día irá progresando más”, dice Sonia.
Luego, cuenta un poco sobre la condición de Félix: “A los cuatro meses de embarazo me comunicaron que él nacería así y, hasta el momento, su discapacidad no tiene nombre. No se le llegaron a formar las piernas y el brazo. Lo que no tiene es lo que se ve, lo demás está bien y es sano”.
Además de la escuela, Félix asiste al Centro Terapéutico Ruca-Hueney, una entidad sin fines de lucro ubicada en el barrio varelense de Santa Rosa, donde realiza actividades recreativas, deportivas y artísticas.
“Trabajamos desde hace 34 años acompañando a las niñeces y sus familias en lo que van necesitando. Así conocimos a Félix y a su mamá, que necesitaban una silla de ruedas. Por no tener la silla, él no había podido ir al jardín ni a prescolar. Entonces hicimos todo el caminito: conseguimos la silla, Félix empezó a participar de nuestros talleres y pudo hacer el prescolar desde los 5 años”, cuenta Teresa Sánchez, coordinadora terapéutica del centro.
En abril de 2024, el Centro Ruca-Hueney se comunicó con una ortopedia de Florencio Varela para intentar conseguir las prótesis para Félix. La profesional que los atendió los comunicó con su colega Rubén Corrao, profesor de la Licenciatura en Ortesis y Prótesis de la UNSAM. Sin dudarlo, Corrao citó al niño y su familia en la sede del ICRM, ubicada en Núñez.
Fueron varias las visitas que Félix y su familia tuvieron que hacer a la sede porteña, donde los estudiantes del tramo final de la carrera tomaron las medidas y diseñaron los moldes para luego fabricar las piernas y el brazo. Al mismo tiempo, Félix ya se estaba atendiendo con Rosana Pagano en el Hospital Mi Pueblo de Florencio Varela.
Cansada de ver cómo se cerraban las puertas oficiales que golpeaba para conseguir las prótesis requeridas por sus pacientes, Rosana se comunicó con su sobrina Isabela, estudiante de la Licenciatura de Ortesis y Prótesis.
Por medio de su gestión, ella y sus compañeros, guiados por el profesor Rubén Corrao, comenzaron a visitar el hospital de Florencio Varela para trabajar en el diseño y la fabricación de las prótesis de los pacientes sin cobrar un solo peso.
Félix y su familia, oriundos de Florencio Varela, ya no tuvieron que viajar hasta CABA para obtener su prótesis. “La idea es poder hacerles un equipamiento, aunque sea básico, para que los pacientes puedan volver a caminar, reinsertarse en sus actividades diarias y mejorar su calidad de vida”, explica Corrao.
Como se dijo antes, el miércoles 9 de octubre de 2024 no fue un día más para los pacientes amputados de Florencio Varela. Al igual que Félix, muchos de ellos lo recordarán como el día en que recibieron sus prótesis terminadas, con las que pudieron volver a su vida.
“Fabricamos unas diez prótesis y fuimos hasta el hospital en varias instancias. En la tercera visita llevamos todos los equipamientos ya armados para que los pacientes los empezaran a usar”, detalla el profesor del ICRM.
Pero los pacientes no fueron los únicos que vivieron esa jornada como un momento histórico: “Fue una jornada de mucha emoción porque había muchos chicos que estaban necesitando volver a su vida normal, trabajar, tener una inserción social, y otros tantos que todavía están en proceso. Pero la verdad es que, sin la ayuda y el trabajo de la UNSAM, no podríamos haber hecho nada”, celebra Pagano.
Y añade: “Después de tanto tiempo y tanto trabajo, los pacientes son como mis hijos. Yo lo único que quiero es que estén bien y es muy emocionante verlos parados y caminando nuevamente”.
Tiziana y Ana son parte de equipo de estudiantes que diseñó y fabricó las prótesis. Ambas cuentan cómo fue el proceso de trabajo con los pacientes. “Al principio me generó mucho miedo porque estaba tratando con pacientes y yo no me sentía segura, pero con la ayuda y el apoyo de nuestros profes pudimos salir adelante y hoy mi paciente se fue caminando”, cuenta Ana.
“Está bueno porque, tal vez, la persona hace años que no podía hacer nada y verla caminar de nuevo y retomando sus actividades diarias es increíble”, suma Tiziana.